RELACIONES DE LA COFRADÍA DE LA PASIÓN DE CRISTO CON OTRAS COFRADÍAS E INSTITUCIONES
 
      En su breve pero intensa historia, la Cofradía de los verdes de Cehegín ha establecido unos lazos de verdadera hermandad con diversas hermandades de España y con otras instituciones de gran calado en nuestra sociedad. Además de las excelentes relaciones que mantenemos con las Cofradías de nuestro pueblo, nos preciamos de haber estrechado lazos con las siguientes instituciones:
 
BASE AÉREA DE ALCANTARILLA. Cofrades de honor de la Pasión de Cristo en el año 2003, ya en nuestra primera procesión en 1998 desfiló Martes Santo por la noche un piquete de gastadores de la Base Aérea de Alcantarilla. Actualmente desfila, además del piquete que abre la procesión, una sección de tropa cerrándola, con ese aire marcial y esa precisión perfecta con los que sólo los militares saben desfilar. Si los sucesivos Coroneles-Jefe que han pasado por la Base han sido excelentes militares y excelentes personas (recordamos con gran cariño a D. Gonzalo Fernández Curbera, a D. Rafael de Coig-O’Donnell Durán y actualmente a D. Luis Miguel Yagüe), no lo son menos los mandos intermedios (como los Teniente-coronel Viñaspre, Dolón, etc. y por supuesto el eficientísimo Brigada Ángel). Esperamos contar con nuestros amigos de la Base Aérea durante muchos años. Cehegín es su casa, y los verdes, su familia.
 
 
El Presidente, Tesorero y Relaciones Públicas de "los Verdes" junto al Coronel Jefe D. Luis Miguel Yagüe y al Teniente Coronel Viñaspre, en un acto celebrado en la Base Aérea (Foto: A. Ciudad)
 
HERMANDAD DE SAN JUAN EVANGELISTA y ARCHICOFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO, de ALCANTARILLA. A través de Dña. Maria José Barnés, y posteriormente gracias a D. Ramón Montaño Yuste –toda una personalidad en la Semana Santa de Alcantarilla-, hemos establecidos una relación de especial hermandad con los Blancos de Alcantarilla. Tenemos el honor de compartir con ellos prácticamente todas nuestras celebraciones, y nos enorgullece contar, cada Martes Santo, con una pequeña representación de San Juan en nuestra procesión. Diego Luis Pacetti López es su Presidente. Todos ellos excelentes personas. Junto con los blancos de Alcantarilla, gritamos “Hermanos, ¡Viva San Juan!. Si quieres puedes visitar su página web: www.sanjuanista.es
 
Los Blancos de Alcantarilla, tras desfilar en la Procesión de los Verdes de Cehegín, en el altar maryor de la Iglesia de Santa María Magdalena año 2008 (Foto: López)
 
 
El Presidente de la Cofradía, haciendo entrega a D. Diego Luis Pacetti de una placa conmemorativa de la presencia de los Blancos de Alcantarilla en nuestra procesión (foto: A. Ciudad)
 
AGRUPACIÓN DE NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO (MARRAJOS) de CARTAGENA. A través de D. Manuel Rico, hemos conocido a una de las Cofradías más espectaculares y elegantes de España. Perfectos anfitriones, siempre nos han recibido con mucho cariño en nuestras visitas a Cartagena. Ellos también han visitado nuestro pueblo. Su presidente, D. Domingo Bastida es una de las personas con mayor cultura semanasantera de nuestra Región. Son para nosotros un modelo a seguir.
 
D. Manuel Rico, de la Agrupación de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Cartagena (Marrajos), haciendo entrega a nuestra Cofradía de un emblema de la Agrupación.(Foto: López)
 
 
En la Sede de la Agrupación de Nuestro Padre Jesús Nazareno (Marrajos), las Juntas Directivas de ambas Cofradías. (foto: A. Ciudad)
 
COFRADÍA PENITENCIAL DE LA SAGRADA PASIÓN DE CRISTO, de Valladolid. A pesar de no conocernos personalmente dada la distancia que nos separa –que no es insalvable, y que se superará-, mantenemos una excelente relación con los hermanos de Valladolid con los que tenemos el honor de compartir nuestro nombre. Cofradía antiquísima, centenaria, de gran solera y tradición; quizás algún día nos asemejemos a ellos. Un saludo desde este rincón de Murcia. Pronto estaremos juntos. Si quieres visitar su web: www.sagradapasion.com
 
Bella imagen de uno de los pasos que procesionan nuestros tocayos de la Cofradía de la Sagrada Pasión de Cristo de Valladolid

PONTIFICIA, REAL Y VENERABLE COFRADÍA DE STMO. CRISTO DE LA ESPERANZA, MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES, Y DEL SANTO CELO POR LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS, de MURCIA. Con ellos compartimos nada menos que el color verde de nuestras túnicas. Cofradía de los verdes; cofradía de la esperanza, como debe ser. Con los verdes de Murcia compartimos además una excelente relación con la Base Aérea de Alcantarilla, fiel devota de la Virgen de los Dolores de Murcia.
 
La bellísima imagen de la Virgen de los Dolores, de Murcia, luciendo el manto del color verde que nos une a los murcianos y cehegineros. 
 
COFRADIA DE SANTIAGO APÓSTOL, de BULLAS. Los Verdes de Bullas también comparten con nosotros el precioso color verde de sus túnicas, y han desfilado ocasionalmente con nosotros. Además, nos han prestado grandes servicios, como aquella ocasión en que gracias a las gestiones de su presidente D. Pedro Hidalgo pudimos procesionar con una imagen prestada de Santa María Magdalena.
 
Dos presidentes de los cofradías que comparten el verde de sus túnicas. D. Francisco Ciudad de Maya entrega a D. Pedro Hidalgo, Presidente de los Verdes de Bullas un pergamino conmemorativo de su presencia en nuestra Procesión. (Foto: A. Ciudad)
 
HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN DE LAS MARAVILLAS de Cehegín. La Virgen de las Maravillas, nuestra Madre más querida, está en los corazones de los verdes. La Iglesia donde se custodia la Virgen de las Maravillas es nuestra Sede; el punto de partida de nuestra Procesión. Nuestra última mirada, antes de salir la procesión, siempre es para nuestra Madre Maravillas. La Virgen es nuestra Madre; la Hermandad nuestra hermana. Su presidente, D. Aurelio Ruiz Hernández, gran persona y excelente amigo.
 
Miembros de la Junta Directiva de la Cofradía, y amigos, ante la bellísima imagen de Nuestra Patrona la Virgen de las Maravillas. (Foto: A. Ciudad)
 
CÁRITAS Parroquial “Virgen de las Maravillas” de CEHEGÍN. La Cofradía de los verdes ha dedicado, desde su fundación, un porcentaje de sus ingresos a ayudar a los más necesitados. Y esa ayuda se ha encauzado normalmente a través de Cáritas en Cehegín. Su estupenda labor de ayuda ha de ser potenciada, y nosotros estamos dispuestos siempre a colaborar con ellos. Mantenemos una perfecta simbiosis con Cáritas, pues varios de sus directivos son grandes amigos de la Cofradía de los verdes; entre ellos, su Presidente, D. Alfonso Fernández, excelente persona; excelente presidente de Cáritas, y padre de una de nuestras anderas mas antiguas.
 
D. Alfonso Fernández, Presidente de Cáritas, recibiendo de nuestra Cofradía un cheque-ayuda (foto: Juan Martínez)
 
COLABORACIONES
 
A continuación reproducimos algunas colaboraciones escritas de nuestros hermanos. Son artículos publicados en nuestra revista anual, que nos enriquecen con otras visiones de otras Semanas Santas. Reproducimos artículos de D. Ramón Montaño y D. Diego Luis Pacetti (Hermandad de San Juan Evangelista, de Alcantarilla), D. Miguel López García (Cofradía del Santísimo Cristo de la Esperanza de Murcia), D. José Ángel Carreño Pérez y D. Luis José Lázaro Giménez (Cofradía de la Sagrada Pasión de Cristo, de Valladolid):
 
 
EL DÍA QUE DECIDÍ SER NAZARENO
D. Ramón Montaño Yuste
 
Al despertar la mañana del Viernes Santo del nueve de abril de dos mil cuatro sentía el cansancio en los ojos aún entreabiertos. Por el quicio de la ventana pude observar un amanecer oscuro y lluvioso que dejaba ver por los cristales de la habitación como el cielo había estado llorando toda la noche una incesante lluvia de estrellas, brillantes lágrimas de reflejos dorados.
 
Salí de la habitación, mientras Ana y las niñas dormían con tranquilidad en el silencio de la casa adornada de  rojo y blanco. No necesito asomarme a la ventana para comprobar que la lluvia aún jugaba en los charcos salpicando las aceras.
 
Ya son las nueve de la mañana y por primera vez no tengo prisa por vestirme y acudir al Museo Procesional, para ver como visten y engalanan el trono de San Juan.
 
Preparo el desayuno y me siento ante el televisor, en las noticias compruebo como en la Semana Santa de Sevilla lloran por no poder sacar los pasos a la calle, mi cabeza se gira inconscientemente ante esas imágenes, buscando ansiosamente las otras lágrimas que aquí no cesan de caer, rezo para que no ocurra lo mismo y veo como el agua continúa llamando a los cristales sin intención de detenerse; en fín, pensé,  quizá nos suceda igual.
 
Mientras tomo el café, los recuerdos de otras Semanas Santas, de anteriores Viernes Santos fluyen en mi cabeza, especialmente el de la Semana santa de 1997, donde era solamente un novato advenedizo que tomó las riendas de algo que con el tiempo me ha robado el corazón.
 
Recuerdo esas primeras discusiones con Antonio Martínez Alburquerque, el cabo de Andas, a las espaldas de Hero, que aunque él dice no recordar, fueron esas primeras puestas en común que se hicieron para intentar convencerlo y conseguir hacerle comprender que necesitábamos tener otra persona que pudiera organizar y dirigir el trono.
 
Y esas mañanas en el Museo Procesional, donde Antonio me increpaba “Piensa algo para esta noche”, “Hay que hacer algo que sea diferente y motive a la gente” y tengo que reconocer que hay veces, aunque muchos piensen lo contrario, que te tengo que dar la razón, Antonio.
 
El tiempo pasa sin darme cuenta, son las nueve y media, me levanto de la mesa y me dirijo al cuarto de baño para afeitarme y ducharme, al entrar ahí está mi túnica igual que el primer día que me la puse, blanca reluciente colgada de la percha con el escudo cosido en el pecho, junto al corazón. Junto a ella otra percha sostiene la novedad de este año, un capuchón blanco con los filos dorados y el mismo escudo cosido a la altura de la barbilla, que en el reflejo del cristal me miraba desafiante con sus oquedades llenas de ilusión por salir esta Semana Santa.
 
Tras breves segundos de reflexión apago la luz y cierro la puerta, y me voy pensando, “no está todo contigo amigo”.
 
A las once y media baje a comprar el periódico y tras subirlo a casa me despedí y comencé a caminar calle Mayor abajo para ir al Museo Procesional, los pasos eran lentos, dubitativos, como si mis pies no quisieran que llegase nunca a mi destino.
 
Seguía lloviendo, las calles medio vacías solamente dejaba ver un desfilar de paraguas que sorteaban las sillas que aún guardaban su sitio en las aceras por si finalmente salía la procesión.
 
No tenía prisa por llegar, me paré en el quiosco y al llegar al callejón del Museo Procesional, ví que salía Juanito Candel  (el panadero), y al preguntarle por la gente de la directiva de portapasos, me contestó que estaban allí como siempre, pero que a las ocho y media solamente había llegado él, me despedí y me dirigí al interior.
 
Al entrar en el Museo Procesional, pude comprobar que los floristas prácticamente ya habían terminado de poner las orquídeas que cada año adornan el trono en Viernes Santo.
 
El trono de San Juan estaba impresionante y San Juan en lo alto de la peana, rodeado de rosas y orquídeas blancas que resaltaban aún más su majestuosidad y belleza. Con la mano alzada y mirando a la lejanía, parecía indicarme donde estaba el capuchón, que me aguardaba para salir.
 
Eché unas fotografías y abandoné el Museo Procesional, busque a la gente que habitualmente esta por los alrededores, este año el Viernes Santo ha sido demasiado diferente, mi cabeza me quería alejar de allí, pero mi corazón me empujaba hacía donde debía estar.
 
Nos fuimos a comer algunos Hermanos y después a descansar, caminé bajo la lluvia que no había cesado de caer, volvía a casa disimulando entre las gotas de agua las lágrimas de mi sentimiento; al llegar a casa sentí cerrarse mis párpados agotados y descanse un rato.
 
A media tarde pensarían; San Juan, San Pedro, todos los apóstoles juntos y nuestra querida Virgen del Rosario que ya era suficiente y ceso de llover, las calles se secaron dejando pequeños charcos en las olvidadas esquinas del recorrido.
 
A las siete comencé a vestirme, me coloque todos los aparejos que Ana, mi esposa, plancha y me prepara cada año para salir; camiseta blanca, pantalón corto blanco, el pañuelo, la riñonera…. Me metí la túnica, los manguitos, ella me colocó el pañuelo blanco al cuello y finalmente cogí mi capuchón en la mano.
 
Me despedí de la familia y comencé a caminar hacia la iglesia, al entrar en el salón de los tronos, San Juan me aguardaba frente a la puerta como siempre, pero con una mirada diferente, parecía sonreir al verme entrar con mi capuchón en la mano, dos o tres portapasos apoyados en las varas y algunos nazarenos alrededor organizaban sus túnicas.
 
Cuando nos fue posible, colocamos las varas traseras que se habían quitado la noche anterior para facilitar el trabajo de otras Hermandades. Situé la almohadilla en mi lugar de costumbre y con mi capuchón en la mano iba y venía de un lado para otro, temblando como un novato que espera su primera salida.
Nos tocaba salir a la calle, tras la foto de rigor con Mercedes Jiménez, nuestra Nazarena Mayor, todos nos colocamos en nuestro sitio a las órdenes del cabo de Andas.
 
El trono comienza a moverse, se dirige al altar de la iglesia, gira y justo cuando  llegamos a la altura de la capilla de la Aurora, donde San Juan descansa cada año en su capilla; en ese momento, Antonio me pide que suelte la almohadilla y que cambiase el sitio con Pepe Cánovas, me hizo que saliera por primera vez en once años en las varas de delante, ya hice otro cambio en 1998, cuando cambié de la vara exterior a la vara de dentro de la “sala de maquinas”, cambio que fue motivado por el fallecimiento de mi padre y quería perderme en el anonimato.
 
Pero hoy dejaba mi puesto en la parte de atrás, para sustituir a un  hermano en las varas delanteras, pero no importa este viernes era distinto, ya en el quicio de la puerta tomé mi capuchón y lo deje caer sobre mi cara, lo fije con la cinta mientras Antonio me miraba a los ojos y con un vaivén de cabeza me quería hacer saber que no estaba seguro que esto fuera a salir.
 
Mientras me ajustaba el capuchón pensaba que de un momento a otro vendría alguien para pedirme que no nos pusiéramos el capuchón.
 
El cabo hace sonar la campana, se retiran las ruedas, las patas del trono se embuten sobre sus guías, los hombros doloridos por el esfuerzo del Jueves Santo se ponen tensos para recibir el peso de San Juan, pero antes de dar un paso, Antonio me tiende la mano entre las varas, para darme su apoyo, ya estábamos en la calle.
 
Mi corazón estaba henchido de alegría, y el anonimato que me brindaba el capuchón me hacía sentirme más libre que nunca en la procesión de Viernes Santo.
 
La Semana Santa de Pasión se había hecho realidad, iba de penitente, entre las varas cargando y con el hombro dolorido pero firme para portar a mi San Juan, a través de los dos orificios se dibujaba una procesión diferente, las personas que cubren el recorrido miraban asombradas, pero nadie puede igualar el asombro que yo mismo tuve, nunca he desfilado como nazareno, nunca he cubierto mi cara de las miradas y esta noche por fin los ojos del capuchón eran dos ventanas inmensas que me permitían ver la procesión de otra manera.
 
Cuando terminamos, al dejar mi cara al aire otra vez, sentí la sensación de haber tenido una satisfacción personal tan grande que va a ser difícil olvidar.
 
Y fue esa noche de Viernes Santo cuando decidí lleno de satisfacción que yo cuando deje de cargar, yo si voy a ser nazareno, nazareno de San Juan.
 
¡Hermanos, viva San Juan!

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Estimados Cofrades de La Pasión de Cristo:
D. Diego Luis Pacetti López
Presidente de la Hermandad de San Juan Evangelista
y Archicofradía de Nuestra Sra. del Rosario   
 
 
Me consta que vuestro procesional nazareno, camina con paso firme hacia su décimo aniversario, llegado el cual, probablemente sea momento de balance, se que en este decenio han existido numerosos obstáculos que habéis removido con hondo espíritu cristiano, y con el gozáis de un majestuoso desfile que con gran satisfacción he compartido numerosos Martes Santo.
Igualmente, os auguro un largo camino cofrade y nazareno, el cual os ruego me permitáis compartir con la generosidad, cariño y afecto que siempre mostráis a vuestros amigos sanjuanistas alcantarilleros.
Recuerdo con sumo agrado cuando hace más de un quinquenio comenzaron nuestras visitas por vosotros guiados, a ese Cehegín que vosotros impregnáis de sabor y color nazareno.
Los sanjuanistas, a nuestra llegada, portábamos en nuestras alforjas una historia ahora ya cincuentenaria, y a pesar de ello y de vuestra juventud cofrade, sólo pudimos enriquecernos de la intensa actividad cristiana que desplegáis a lo largo de todo el año.
Por último, os ruego me permitáis la licencia de un hermano mayor que con cariño y admiración, os sugiere que en la adversidad futura, volváis la vista atrás, y que el recuerdo de aquellos domingos de ocio que compartíais mesa huertana con “Carreño” o “Tarato”, os de la suficiente fuerza para una tras otra superar cuantas décadas Cristo precise vuestro servicio terrenal.
 
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NOTAS HISTÓRICAS DE LA PONTIFICIA, REAL Y VENERABLE COFRADÍA DE STMO. CRISTO DE LA ESPERANZA, MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES, Y DEL SANTO CELO POR LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS.
D. Miguel López García
Secretario General
 
 
      Erigida canónicamente en la iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol, de la ciudad de Murcia, desde 1754.

      Por tercer año consecutivo, al cumplirse el décimo aniversario de la fundación, la Cofradía de la Pasión de Cristo nos invita a participar en su revista anual. En esta edición, junto con nuestra más sincera felicitación, hemos creído de interés plasmar unas breves notas históricas que ayuden a los lectores a conocer el origen y evolución de nuestra secular congregación.
 
      Aunque los orígenes de la primitiva Cofradía de la Esperanza se remontan al
siglo XVI, - cuando los congregantes, en torno a al Cristo de la desaparecida ermita de San Ginés, asumían la obligación de socorrer a los menesterosos, acompañar a los reos condenados a muerte, evitar los duelos de capa y espada, e invitar a los pecadores a la penitencia para salvar sus almas -,   la primera constancia documental que obra en la Cofradía es el acta levantada el día 29 de abril de 1754, en la que, siendo cura teniente de la iglesia de San Pedro de la ciudad de Murcia D. Patricio López, consta la erección canónica, en dicho templo, de la Congregación del Santísimo Cristo de la Esperanza y Santo Celo por la Salvación de las Almas, filial de la que con el mismo nombre existe en Sevilla desde 1724, protegida por Real Decreto de S.M. el Rey Felipe V.
 
      Desde su fundación, la Cofradía se caracterizó por dar cabida a clérigos, frailes y laicos sin distinción de sexo, hecho bastante extraño en una época en que las mujeres tenían muy limitado el acceso a la condición de cofrades. Esta característica de la Congregación posibilitó que en sus filas pudieran figurar Francisco Salzillo Alcaraz, su esposa, y su hermano Patricio Salzillo que fue sacerdote con capellanía en la propia iglesia de San Pedro. Así mismo, la vinculación de la familia Salzillo a nuestra Cofradía hizo que el genial escultor realizase, sin cobrar honorarios, la imagen del Santísimo Cristo de la Esperanza.
 
      Fieles a sus primitivas Constituciones, durante los siglos XVIII y XIX  los cofrades desarrollaban en el interior del templo una serie de cultos destinados a honrar a su Titular, destacándose la celebración litúrgica de la Exaltación de la Santa Cruz, y las distintas procesiones penitenciales que con motivo de calamidades acaecidas en la ciudad y la huerta, se realizaban para implorar la protección del Santo Cristo.
 
      Entre las gracias y prebendas concedidas a esta Cofradía destaca la Bula Pontificia dada en Roma por su Santidad Benedicto XIV el 10 de marzo de 1755, por la que se concede indulgencia plenaria a todos los congregantes que, arrepentidos y confesos, reciban la Sagrada Eucaristía ante la imagen del Cristo de la Esperanza, y además, autoriza a la  Venerable Cofradía para utilizar el título de Pontificia, y ostentar en su escudo la tiara papal, las llaves de San Pedro y el Ancla, símbolo de que solo la Cruz es la Esperanza de la Salvación.
 
      En 1953, el reducido grupo de congregantes, que mantenían en San Pedro el culto al Stmo. Cristo, acordaron dar a la primitiva Congregación una nueva configuración, y continuando con las Constituciones del S.XVIII, por decisión expresa del Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Ramón Sanahuja y Marcé, Obispo de Cartagena, formaron un cortejo Procesional con las imágenes del Stmo. Cristo de la Esperanza (1755) y la Stma. Virgen de los Dolores (1756), magníficas tallas de Francisco Salzillo que recorrieron por primera vez las calles de Murcia, en procesión-vía crucis,  el Domingo de Ramos día 11 de abril de 1954.
 
      En 1955 los nazarenos adoptan para sus túnicas el color verde, y en la Procesión celebrada el 25 de marzo del año siguiente se unen, al Cristo y la Virgen, dos nuevos pasos: San Pedro Arrepentido, realizado por Salzillo en 1780 para presidir el retablo mayor de la Parroquia de su nombre, y Nuestro Padre Jesús de la Penitencia, Nazareno obra de Santiago Baglietto del año 1817.
 
      Durante más de veinte años la Cofradía solo contó con los cuatro tronos indicados con anterioridad, pero a partir de 1978 comenzó un periodo de notable desarrollo durante el que se incluyeron los pasos de San Juan Evangelista (1978-1984), El Arrepentimiento de María Magdalena (1983) y la Entrada de Jesús en Jerusalén (grupo realizado por José A. Hernández Navarro en 1984). Con todo ello, hoy, la Cofradía del Santísimo Cristo de la Esperanza, compuesta por siete tronos y ocho hermandades, cuenta en sus filas con más de 1.500 cofrades, y se ha convertido en una de las más importantes de cuantas desfilan en la Semana Santa de Murcia, lo que le hizo acreedora, entre otras distinciones, de la “Medalla de Oro de la Ciudad” que como reconocimiento a la labor desarrollada a lo largo de más de 250 años de historia le fue entregada por la Corporación Municipal el 28 de marzo de 2004.
 
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LA COFRADÍA PENITENCIAL DE LA SAGRADA PASIÓN DE CRISTO EN LAS PROCESIONES VALLISOLETANAS
D. José Ángel Carreño Pérez
Vocal del Cabildo de Gobierno
Delegado de Archivo y Patrimonio
 
 
Corría el mes de octubre de 1531 cuando un grupo de fieles vallisoletanos fundaba la Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión. No conservamos ningún ejemplar de sus reglas primitivas, pero distintas referencias documentales y bibliográficas ofrecen datos sobre algunas de las normas que regulaban la vida de los cofrades en aquellos primeros tiempos. De ese modo, tenemos constancia de que los hermanos de la Pasión se obligaban a practicar determinadas obras de misericordia y a participar en una procesión de penitencia.
 
Dejando aparte la procesión con la que honraba a San Juan Bautista para celebrar la fiesta de su Degollación, nos centraremos en la mencionada procesión de penitencia de la cofradía. Tenía lugar inicialmente en la madrugada del Viernes Santo y salía del convento de la Trinidad Calzada, incluso después de que la cofradía inaugurara su iglesia propia en 1581. Con el transcurso del tiempo se trasladó al Jueves Santo y, ya en el siglo XVII, comenzó a salir del templo de la cofradía.
 
Poco sabemos de las antiguas imágenes procesionales de la cofradía. El relato del portugués Tomé Pinheiro da Veiga sobre la Semana Santa de 1605 cita varios pasos teóricamente pertenecientes a la cofradía, pero de modo confuso. En todo caso, ya entonces salía en nuestra procesión la pequeña imagen de la Piedad conocida como Nuestra Señora de la Pasión, talla que llegó a despertar profunda devoción entre los vallisoletanos, e incluso dio nombre a la hermandad en distintos momentos de su historia. La cofradía ya la contaba entre sus bienes al menos en 1553. Por otra parte, investigadores entre los que podemos citar a Luis Luna o Anastasio Rojo, basándose ya en los libros antiguos de la hermandad ya en los protocolos notariales, han proporcionado noticias sobre otros pasos de la cofradía, relativas a la segunda mitad del siglo XVI. Así, gracias a los estudios de dichos autores, sabemos con seguridad que la cofradía tuvo un Ecce Homo, un Azotamiento y un paso de Cristo con la Cruz a cuestas. Igualmente se considera que pudo tener una Soledad de vestir.
 
Al margen de los cambios de día y horario, la procesión de penitencia de la hermandad quedó sólidamente asentada. Crónicas y documentos del siglo XVIII nos hablan de su recorrido -con el paso por el interior de la catedral- y de sus imágenes. Para entonces se trataba ya de las que, en distintos momentos del XVII, habían ido sustituyendo a las primitivas, es decir, las que aún hoy conserva en buena parte la hermandad.
 
En efecto, el primer paso vallisoletano de varias imágenes de tamaño del natural, íntegramente talladas en madera, la Elevación de la Cruz, fue realizado para la Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión por Francisco del Rincón (1604). En 1614 se contrató con Gregorio Fernández el paso de Jesús Nazareno. Mediado el siglo se realizaron los pasos del Azotamiento, policromado por Pedro de Antecha en 1650, y el nuevo de Nuestra Señora y San Juan. Bernardo del Rincón, nieto de Francisco, se comprometió en 1656 a esculpir un paso de la Humildad de Cristo, pronto conocido como Cristo del Perdón, una de las imágenes más queridas por los devotos vallisoletanos del siglo XXI. Además, en el siglo XVIII, concretamente en 1705, tras algunos años de ausencia se reincorporó a la procesión la imagen de Nuestra Señora de la Pasión. Otro destacado investigador, Juan Agapito y Revilla hace referencia a las salidas procesionales de esta imagen antes de acabar el siglo XIX. Fue también la decimonónica una centuria en la que, como otras cofradías, la de la Sagrada Pasión se vio obligada a entregar a la Real Academia de la Purísima Concepción, en depósito, imágenes secundarias de sus pasos, que aún se guardan en el vallisoletano Museo Nacional de Escultura. La cofradía, por su parte, ha podido conservar las imágenes centrales de las escenas que componían esos pasos.
 
Ya entrado el mencionado siglo XIX la cofradía siguió organizando su procesión del Jueves Santo y comenzó a participar en la que se celebraba el Viernes Santo con intervención de todas las hermandades de penitencia, la del Santo Entierro.
 
A esa misma procesión siguió contribuyendo la cofradía con alguna de sus imágenes en las primeras décadas del siglo XX y hoy sigue haciéndolo, aunque el acto se denomina oficialmente Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor. En ella nuestra hermandad alumbra su imagen del Santísimo Cristo del Perdón. Junto a ello, fue una de las cofradías que, avanzado el decenio de 1920, intervino en los inicios de la procesión de Caridad -Penitencia y Caridad-, a la que después de algún tiempo de ausencia se reincorporó desde la década de 1940 hasta 1993 inclusive.  
 
En nuestros días son dos las procesiones organizadas en Semana Santa por la cofradía: la de Oración y Sacrificio (Jueves Santo) y el Ejercicio Público de las Cinco Llagas (Sábado de Pasión). En 1976 comenzó su andadura la procesión de Oración y Sacrificio, en la que se han introducido transformaciones inherentes a las distintas circunstancias experimentadas en cada momento por la cofradía, incluido el cambio de sede canónica. Hoy la procesión aúna los caracteres de una práctica en cierto modo reciente -comenzada hace poco más de tres décadas- con la recuperación, en lo posible, de rasgos típicos de la procesión que durante siglos organizó la hermandad. En ella los cofrades, portando a hombros las imágenes del Santísimo Cristo del Perdón y de Nuestro Padre Jesús Flagelado -imagen principal del paso del Azotamiento- llegan hasta la catedral. Allí los hermanos de la Sagrada Pasión cubren una estación ante el Santísimo Sacramento, durante la cual oran por cuantos se hallan privados de libertad, en recuerdo de las obras de misericordia que antaño practicaba la cofradía, encargada de consolar a quienes iban a ser ajusticiados y, después, darles cristiana sepultura. 
 
Desde 1995 la cofradía saca en el Ejercicio Público de las Cinco Llagas la imagen homónima, el Santo Cristo de las Cinco Llagas, obra de mediados del siglo XVI atribuida a Manuel Álvarez. Durante el recorrido hace otras tantas estaciones ante sendos conventos de clausura de la ciudad para pedir, junto con religiosas y fieles, por las vocaciones en la Iglesia.
 
Por otra parte, la cofradía participa con alguna representación en las procesiones y actos de las demás hermandades.
 
Finalmente, el deseo de unir pasado, presente y futuro con el lazo de la devoción a María Santísima de la Pasión cuajó en la organización, desde 2004, de una procesión con la que honrar, cada mes de octubre, a Nuestra Señora en una advocación tan entrañable. Así, la pequeña talla que ya en el siglo XVI recorría las calles vallisoletanas en la Semana Santa vuelve a hacerlo en un nuevo milenio, durante un mes de profundo significado para nuestra cofradía.
 
 
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LA COFRADÍA PENITENCIAL DE LA SAGRADA PASIÓN DE CRISTO (VALLADOLID): AYER Y HOY EN SU LABOR ASISTENCIAL Y CARITATIVA
D. Luis José Lázaro Giménez
Alcalde
 
 
Ya desde los inicios de la cofradía, fundada en octubre de 1531, sus reglas obligaban a los hermanos de la Sagrada Pasión a realizar ciertas obras de misericordia.
 
Eran diversos los ejercicios de caridad que la cofradía llevaba a cabo. Debía ocuparse de vestir 13 pobres el Jueves o Viernes Santo; recoger en su hospital pobres enfermos que hallaran por las calles entre noviembre y febrero; llevar a dicho hospital, entre la fiesta de San Miguel y el Domingo de Pascua, los niños abandonados que no tenían donde pasar las noches, y acompañar en procesión a los reos conducidos al último suplicio. Aunque el pequeño hospital que atendía la hermandad desapareció al cabo del tiempo, la cofradía siguió cumpliendo durante siglos una tarea caritativa y social de extrema relevancia. En efecto, se encargaba la cofradía del sepelio de los que, por accidente, morían abandonados en el río o en los caminos de la ciudad. Asimismo, además de acompañar a los reos en sus últimos momentos, los acogía en la cofradía y les procuraba un entierro cristiano y sufragios por sus almas. Los hermanos de la Pasión cumplieron cometido tan dramáticamente necesario hasta los comienzos del siglo XX.
 
Abundante documentación que reposa en los archivos, fuentes literarias de épocas pretéritas e investigaciones de especialistas hablan de esta labor de la cofradía. No faltan las indicaciones sobre el ceremonial y la pompa con que la hermandad rodeaba los últimos instantes de aquellas gentes y sus honras fúnebres. En tales circunstancias los cofrades implicaban a otras asociaciones de fieles, órdenes religiosas y, en definitiva, a la entera ciudad.
 
La misión caritativa con los reos estaba vinculada a la devoción por el Precursor en su Degollación. También la asistencia a los condenados era una de las funciones de la Archicofradía de San Juan Bautista Degollado, integrada por florentinos residentes en Roma, a la que se agregó en 1576 la hermandad vallisoletana. Como consecuencia de la agregación, la Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión participó de las gracias y prerrogativas  otorgadas por la Santa Sede a los florentinos, incluyendo el indulto de un preso. Esta última costumbre, que con el paso del tiempo experimentó alguna modificación, se mantuvo hasta el año 1983. Desde entonces, circunstancias relacionadas con la normativa penitenciaria española provocaron su suspensión. Todavía en la actualidad la cofradía eleva sus plegarias al Señor pidiendo por todos los encarcelados cuando cada Jueves Santo, en el transcurso de su procesión de Oración y Sacrificio, hace una estación de penitencia ante el Santísimo Sacramento, en el templo catedralicio.
 
Los avatares de cada época conllevan actualización en las formas, pero manteniendo siempre el espíritu de entrega a los demás, característica ineludible de cualquier asociación católica. De ahí que la cofradía siga considerando imprescindible la práctica de la caridad con todos, especialmente con los más necesitados o marginados. Por ello colabora, mediante campañas navideñas y de manera especial durante todas las semanas del año, con distintas Organizaciones No Gubernamentales e instituciones católicas mediante donativos, recogida de alimentos no perecederos, ropa, juguetes, medicinas, etc. Esta cooperación se destina a los lugares más diversos, según aconsejen las circunstancias y las necesidades: Valladolid, Ruanda, Tanzania, Etiopía, Angola, Guatemala, El Salvador, Argentina, Asia meridional. De este modo la cofradía, a través de su bolsa de caridad, ha participado en los últimos años en las campañas de la Iglesia diocesana (Cáritas, Domund...); en la ayuda a las misiones que los cistercienses de San Isidro de Dueñas (La Trapa) mantienen en el continente africano; en el apoyo a la labor asistencial con los niños y ancianos necesitados que realizan las Hermanitas de la Cruz en nuestra ciudad; en el proyecto de becas para seminaristas de países con escasos recursos impulsado desde la vallisoletana parroquia de San Miguel y San Julián; en los proyectos de Manos Unidas; en los trabajos de Amistad y Cooperación en Hispanoamérica; en las tareas de Desarrollo y Solidaridad con niños pobres en Valladolid...
 
Tampoco se ha olvidado a los que, acaso sin necesidades materiales, padecen tantas veces la soledad, como son nuestros ancianos. El coro y la banda de cornetas y tambores de la cofradía han compartido con ellos, en repetidas ocasiones, las melodías de Navidad y de Semana Santa, llevándoles al tiempo una compañía de la que carecen con demasiada frecuencia.
 
Entre los medios de que la cofradía ha venido valiéndose en los años recientes para recaudar fondos puede destacarse el concierto benéfico que organiza cada Cuaresma. Ha contado para ello, además de con su propia banda de cornetas y tambores, con la colaboración desinteresada de otras bandas de cofradías y asociaciones de Valladolid y ciudades cercanas, como Palencia o Ávila, y de la banda municipal de la vecina localidad de Arroyo-La Flecha. También prestan su generoso concurso los hermanos de La Salle, que ceden amablemente el teatro de su colegio para celebrar el acto.
 
De este modo, la cofradía intenta defender y actualizar una trayectoria de compromiso espiritual y social que debe unir el ayer de la hermandad con un  presente abierto al siglo XXI.             
 
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LA HERMANDAD DE LA VIRGEN DE LAS MARAVILLAS A LA COFRADÍA DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO.
D. Aurelio J. Ruiz Hernández
Presidente Hermandad Virgen de las Maravillas
 
Ante la proximidad de la Semana Santa, Alfonso Ciudad, en nombre de la Cofradía de la Pasión de Cristo, me requiere, en mi calidad de Presidente de la Hermandad de la Virgen de las Maravillas, a escribir siquiera una pocas letras, a lo que en modo alguno me puedo negar.
 
Y no solo por la Institución que represento, sino también por la devoción que la Semana Santa me inspira.
 
Y, desde aquí quiero felicitar en primer lugar a todos los miembros de la Cofradía que han conseguido que algo tan sumamente difícil,  como es el hecho de, no solamente poner en marcha, sino mantener durante ya más de diez años, un desfile procesional, se haya convertido en algo cotidiano, y más aún con el esplendor y dignidad con el que lo hacen.
 
En un año especialmente complicado para la Hermandad de la Virgen de las Maravillas, al mismo tiempo que, porque no decirlo, de grandes esperanzas, quiero romper una lanza para que se establezcan un nexo de unión entre todas las Cofradías, Hermandades y en definitiva grupos, que partiendo de un elemento común, cual es el amor a Cristo y a su Madre, mantengamos a lo largo del año los contactos necesarios que hagan que nos enriquezcamos mutuamente, y avancemos por el camino que Cristo nos marca.
 
Os deseo, en nombre propio y de la Hermandad de la Virgen de las Maravillas, la mejor suerte del mundo, y que los desfiles procesionales de este año 2007 tengan la brillantez y el recogimiento al que nos tenéis acostumbrados.
 
Cehegín, Enero de 2007